Hace varios años una señora se mostró invasiva con dos integrantas de nuestra equipa en un evento. Ellas alertaron que se sentían incómodas y nosotras estuvimos al pendiente hasta que finalmente la señora se fue. Nos enteramos que era parte de una dirección estatal de cierta institución pública, o sea, servidora pública, y que alguien como ella solo podía defender proyectos transcuir y bares pseudofeministas, aunque ella se sentía embajadora oficial y manager de la obra de Audre Lorde, ¡esto pasa tanto! La vida siguió su ritmo y nos olvidamos de ella. En un ensayo que realicé a propósito de una marcha, que por cierto aceleró la hiper-institucionalización del feminismo en 2016, ella explotó iracunda a dejar un comentario ofensivo en cada compañera que me compartió. ¿Quién es esta mujer? Me costó conectar que era la misma de aquel evento, la que incomodó a mis compañeras, la que defendía bares de acosadoras y una de las embajadoras «oficiales» de Lorde. Hace unos tres años la volví a ver en un evento, al que fui porque una compañera de entonces había sido invitada. La miré llegar, yo tenía miedo porque entonces vivía con una especie de estrés postraumático que no me dejaba en paz, pero decidí ignorarla, recuerdo que quise ir al baño y me la encontré saliendo de ahí, ella rápidamente agachó la cabeza y se pasó rápido, ¿es en serio? ¿esta mujer que tiene una campaña contra mí agacha la cabeza al verme porque muere de vergüenza? ¿esta mujer que ha inventado cantidad de cosas de mí en realidad me teme? ese día salí sorprendida, mis trollas más empecinadas no pueden sostener ni una letra solita frente a mí, ni una mirada, nada, así que me permití no temer a gente de internet. El día de hoy amanecí con un comentario de ella, leí su nombre, no me permití leer más, di bloquear y pensé, ¿cómo puedes pasar tantos años pendiente de mí? Luego recordé la escena del baño y sentí profunda pena, pero también quería venir a contarlo, porque cuando vean que alguiena solo habla pestes de usteda en redes sociales, tengan por seguro que de frente no podría sostenerlo, que en realidad su poder no existe, juegan con nuestro miedo, pero el miedo es superable. Y por último, otra cosa que aprendí es que su trolleo las define a ellas, no a nosotras.
