Estrella es tan rara y fascinante, pero dura, parecida a mí. Es de esas mujeres enloquecidas, que no pueden parar, que brincan, saltan, bailan, cantan, suben, bajan, crean, organizan, inventan. Yo no bailo, si les soy franca, y no hago tantos chistes como ella, es más, no hago chistes, ella es como una pandereta, ríe, canta, se enrosca, mueve sus caderas, sus brazos, hace gestos cómicos, zapatea danzas que no existen con sus enaguas cortas que imagina para la escena muy largas…a mí me cuesta zangolotearme, tampoco sé si quisiera hacerlo, parece divertido, digo, lo que sea de cada quién, pero nunca lo he hecho.
Al mismo tiempo es dura, no quiere que nada se haga distinto a como ella dispuso, deben ser sus metodologías, su ritmo, su técnica y si no lo sabes hacer, mejor no te ofrezcas, mejor no digas que puedes, mejor no propongas, mejor ni ayudes porque al final ella siempre sabe hacer todo, bien hecho y en tiempo récord, eso que tú apenas estás pensando ella ya lo pensó cien veces, así que ni digas, ¿te quieres quejar? entonces vete, aquí nadie se queja, aquí se trabaja, si tanto te cuesta mejor ni lo hagas, ni te necesitamos, mira, ya lo hice mientras te quejabas, si era bien fácil… aghh, qué complicada, pero así debe ser conocerme, aunque según yo, para mis flores, me modero más, ¿sí me modero más, no? yo siento que sí, que me modero mucho.
Mamá, voy al baño tres segundos y ahora vuelvo. Ella comienza a cocinar porque no se hizo en sus tiempos, dije que cocinaría, no que antes iría al baño tres segundos ¿cierto? Vuelvo, me apresuro, se molesta pero le digo que no sabía que ella lo haría, «ah, tú ibas a cocinar, entonces había entendido mal». Cualquiera se enojaría con mi frase, mi mamá se retira y me mira con un gesto como de risa, alza sus cejas como si fuera una payasa de nariz roja, mueve sus manos como si no entendiera y se va. Pues claro, nos picamos porque somos reflejo, pero alguna cede, ella ríe antes o yo. Nos turnamos. Son aprendizajes de la distancia, de vivir lejos cada una. Eso quiero creer. ¿O es el tiempo? ¿La edad? No sé.
Cocino verduras que odia, pero está enferma, se aguanta, declara que no están tan mal «¿qué le echaste que te quedaron bien?». Un día me dijo que su cocina es «rústica», me quiso decir que acá en casa se respetan las recetas de la abuela, sin tanto ajo, sin tanta cebolla, todo en su punto, es que yo le echo ajo y cebolla a todo, en exceso, es verdad, no es de aquí, se lo aprendí a una roomie de otro lugar muy lejano, eso lo aborrece, «no le eches tanta cebolla», «con mucha cebolla se pone babosa la comida», «solo un diente de ajo».
Viene de la calle un día y me dice: ¿Por qué la gente asume que eres mi hija? ¿Cómo que por qué, mamá? Somos iguales. Yo pensé que no. Mira, ma, acá en esta foto tuya, que subí al FB, dice una amiga que seré como tú cuando sea de tu edad y entonces seré guapa. A ver, déjame ver… ah, no, pues sí, serás muy guapa.
