Adentro de la boca del lobo

En los terrenos del patriarcado, con las reglas del patriarcado, solo se trabaja para la venta de las mujeres. Hay «feministas» en los congresos diciendo que luchan contra los vientres de alquiler mientras entregan el feminismo a los hombres transfemeninos, con sendos financiamientos de farmacéuticas que hoy le dicen a las niñas rebeldes que en realidad son «hombres». ¿Es posible estar contra la venta de mujeres y al mismo tiempo entregar a las niñas al lobby trans? No, es una simulación, vendernos de a poco al mejor postor.

Hay «feministas» que dicen estar con nosotras mientras pactan con antiabortos y redes de trata clandestinas con fines gestacionales para inflar granjas donde las mujeres empobrecidas son obligadas a parirle hijos e hijas a la gente rica, a los hombres. ¿Son ellas radicales o aliadas? La pregunta ofende, pero habrá quienes deban planteársela porque no saben a quién le están entregando su tiempo, sus recursos y energía, o mejor dicho: a costa de la venta de mujeres.

¿De qué está hecho el mundo?
¿Cuándo parará todo esto?
¿Es menor no estar con ellas?
¿En serio creen que nuestra dignidad se compra?

Hay «feministas» que fingen enemistarse entre sí para crear un escenario similar a la mafia, donde pase lo que pase, la organización de trata que representan no pierda. Sus rencillas son historias de telenovelas y al final del día aparecen abrazadas en la foto. ¿Creerán que les creemos? ¿Nos creen tan ingenuas?

Hay «feministas» que no soportan que seamos no una, no dos, cientos que no les creemos, les enerva la sangre, hacen llamadas para que alguien nos calle, nos mire, nos atemorice un poco, ¿en serio creen que el miedo aún nos habita? Qué tontería, no hay papa, dios, jefe ni tenemos cabecilla que nos jale las orejas. Que lo tengan ellas, que les condicionen sus dineros, no significa que nosotras lo tengamos, la autonomía nos hizo libres, pero de eso aún no se enteran y aunque se enteraran, no podrían entender.

El otro día decía una compañera entre risas que no creía esto, que sonaba a un complot de caricatura. Sí, bueno, así funciona el capitalismo ¿o a poco creemos que las reglas comerciales definen los productos?, si cada vez que quiebran sale del erario público, de la gente, mediante los Estados, el pago de las deudas. Le conté que era solo como ir al supermercado, cuando tú vas al supermercado los productos que ves ahí son resultado de relaciones comerciales, publicidad y lavado de dinero, pero no te asusta ni te abruma, lo mismo pasa con las relaciones de venta de las mujeres, es el capitalismo, son los hombres, vendiendo mujeres en redes de trata de todos los fines porque para ellos somos objetos, pasan sus maquilas, sus granjas, al territorio donde estén subastando condiciones más baratas, cada vez un poco más deleznables.

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