Hace cerca de un año, planeé con mis hermanas ir al afamado parque de juegos mecánicos en el sur de la ciudad. Nos alistamos temprano y llegamos a un lugar casi desértico. Mi hermana de en medio conocía bien el sitio, la más pequeña y yo, era nuestra primera vez. Nos subimos a todo lo que pudimos incluso dos veces, a la montaña que da vueltas, a la otra que se escucha crujir, a la otra que da vueltas mientras hace espiral mientras hace más vueltas, la cosa que sube y baja, mi hermana conocedora nos convencía de que debíamos aprovechar ese paraíso porque en la vida normal las filas ascienden a una hora de espera y nosotras le creíamos. No soy la más aventurera, después de cada juego debía reponerme porque me sentía al límite. Ellas me esperaban y tomábamos un poco el sol, ellas empapadas, yo temblorosa como gatita atemorizada, a veces sentía que mi corazón se paraba, otras veces que debía dormir o llorar, pero no lo hacía, respiraba un poco, sentía el sol, todo iba pasando. Luego me reponía y volvía a subir, el temor existía, pero la curiosidad me ganaba. A veces mi hermana la más chica se despedía de nosotras antes de arrancar el juego, supongo que su temor era algo real y algo de broma, quizá más broma que real dijo mi madre cuando le conté, pero al momento sentenciaba: «Hermanas, fue un honor conocerlas», la recuerdo en un juego verde veloz que odié más de lo que disfruté, lo decía con tanta solemnidad que yo deseaba que el juego no colapsara, que no fuera la última vez que las veía, soy su hermana mayor, ¿saben?, una siempre se siente responsable de ellas. En un gran momento por fin acabamos con la variedad y terminó mi sufrimiento. No sé si volvería, ellas dicen que sí, que volveremos en un futuro próximo, creo que es posible que voluntariamente yo vuelva a ir, quizá. En este año pandémico, he sentido que muchos momentos se sienten a estar en esas montañas de rieles con nombres extravagantes, con mis hermanas -y amoras- en medio de risas y emoción, pero con miedo. Ya no tengo otra forma de describirlo más que con el momento cumbre ese cuando parece que es broma, es en serio, y no sabemos lo que va a pasar, pero aún así lo vamos a hacer, hay temor, pero hay curiosidad, no quiero decir que somos aventureras, bueno, yo no, es que aunque una no quiera, de esto se trata vivir para las mujeres, y como en el parque, saldremos bien libradas.