Las mujeres trolls

Conocí a una mujer en una reunión de viernes hace varios años. «La gente habla de ti», dijo. «¿Sí?», contesté, mientras me compartía frituras de viernes, en una de esas reuniones decadentes que se hacen de joven. Ya yo era feminista visible del tuiter, pero heterosexual. Ella me contó sobre cómo su novio (de ese entonces) en realidad no era machista sino que había tenido una infancia difícil en un país lejano donde debido al empobrecimiento, a los hombres no les quedaba más que ser celosos y posesivos, pero «ella lo comprendía». La escuché sin comprometerme en dar una respuesta, pero contrariada de que me contara algo así. A veces, las mujeres hacen eso con otras mujeres, como si la otra fuera la interlocutora para justificarse, como si buscáramos legitimación, como si quisiéramos que nos aprobase. Me sorprendió porque yo era heterosexual y no le veía gran problema a que tuviera un novio, pero sí le veía problema a que lo justificara de esa forma, debí haber hecho gestos de sorpresa y rechazo cuando ella hablaba, pero no quise contradecirla, de muy niña aprendí que nada donde esté mediando una cerveza es escenario de intercambio político de escucha. Pasaron los años. Ella y sus amigas hicieron grupos feministas, marcharon. Yo me volví lesbiana visible, con el tiempo dejé de marchar. Una noche ella me escribió en privado, yo para entonces no la tenía agregada, creo que nunca la tuve, es que solo habíamos compartido una noche de viernes donde después de justificar a su novio, se subió al sillón a cantar gatabajolalluvia en medio de la diversión que todas crearon. En su mensaje decía una serie de insultos como si nos conociéramos. Ya para entonces las mismas que justificaban novios, ahora justificaban hombres transfemeninos. Abrí el mensaje, lo cerré y procedí a bloquear. Supe un poco del contexto, me había escrito en medio de una fiesta de esas que hacen la feministas amahombres, es decir, habían abierto mi perfil, enviado un mensaje y después siguieron cantando gatabajolalluvia mientras juzgaban a esas «malditas terfs». No es que en las reuniones con mis amigas no cantemos, sí que lo hacemos, es que no abrimos el perfil de ninguna mujer mientras ocurre, mucho menos para insultarla. Hoy me acordé de ella, me preguntaba cómo es que una mujer que conocí un viernes equis volvió a mi vida con un mensaje tan personal e hiriente y cómo es que yo me acordé de ella varios años después. No sé. En algún grado creo que las mujeres que se enamoran de una, compiten, pero también creo que un grado de nosotras se compromete a entenderlas y eso no está bien. Como sea, quien me lea, si un día en medio de una fiesta medio borrachas, medio festivas, se acuerdan de una feminista a quien ustedas creen odiar, habrá que preguntarse si sí la odian o una parte de ustedas se quedó enamorada de ella, inexplicablemente, de alguna manera, habrá que preguntarse por qué siguen buscando su aprobación si se supone que nadie les importa menos. Y si ustedas reciben esos mensajes, habrá que soltarlas, no vayan a sentirse como una, comprometidas con el dolor ajeno y terminen también justificándolas.

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