El esposo convertido en hijo

Una vez que las mujeres toman conciencia de sus límites, de la fortaleza de su cuerpo, y de su libertad, los hombres temen un abandono irremediable. Sucede a veces en noviazgos de jóvenes y la mayoría de las veces en los matrimonios de muchos años. El hombre se ha comportado como un hijo extra. La mujer lo ha cuidado porque la única relación impuesta sobre nosotras es maternar hombres, sea cual sea su edad. Pero ella ahora consciente de sus límites, comienza a irse, entonces el esposo finge ser indefenso, llora por cosas absurdas, vive deprimido, se busca enfermedades y fracturas, «veme qué tan desdichado soy», «cuídame», «me voy a morir». La mujer que siempre lo ha hecho pero hoy es consciente de sus límites, por eso está armando su maleta para irse, se queda un poco, siente lástima y culpa de irse, el otro se revuelca en un lecho de muerte imaginario, «veme, no puedo con la vida», pobrecito. Es chantaje y manipulación. La sociedad las obliga a volver, a deshacer sus maletas y quedarse con él. Mientras las otras mujeres suspiran, mira qué bonito el viejito tan acomedido, tan atento que va a comprar las frutas del desayuno y lava de vez en cuando su plato. Algunas mujeres por fortuna parten, pero las hijas a las que ese padre daba migajas de amor que fueron valoradas como oro, se quedan a cuidarlo, también una nueva novia, la amante de siempre. Pero recuerda, compañera, el viejito bonachón, también es violador. El viejito bonachón es manipulador. El viejito bonachón también es feminicida.

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